sábado, 27 de julio de 2013

Rehabilitandose de las Adicciones



La mayoría de las personas con problemas de adicción no logran  la recuperación porque su enfoque y su esfuerzo esta en todo menos en lo que es la raíz del problema.

¿Y CUAL ES LA RAIZ DEL PROBLEMA? ¿Por qué SE CONSUME?

SI NO TENEMOS IDENTIFICADO EL PROBLEMA ENTONCES NO PODEMOS ATACARLO!  La característica principal del adicto y la más importante que debemos entender es LA INHABILIDAD de tomar buenas decisiones, seguida por la mentira, el chantaje y la manipulación. No estamos capacitados para dar solución a nuestros problemas cotidianos mucho menos dar frente a nuestra vida en nuestros cinco sentidos, por esta razón cometemos errores en nuestras decisiones que nos causan frustraciones, inseguridad y hasta miedo, lo cual nos causan Dolor, y es este dolor emocional que nos empuja de manera INCONCIENTEMENTE a buscar ALIVIO a lo que sentimos, y lo buscamos de diferentes maneras, y en diferentes circunstancias, las amas de casa empiezan a lavar más ropa, a tener más limpia la casa, el hombre empieza a quedarse más tiempo en el trabajo a buscar alguna otra actividad que le quite ese sentir, los hijos, si es que no tienen mucho contacto con la calle empiezan a oír música, a leer a estar conectado a internet, etc.  si  los hijos tienen contacto con la calle pues entonces  salen más a fiestas,  ir con más frecuencia al cine y a buscar nuevos amigos, estos últimos son los que tienen más probabilidades de caer en la “Drogadicción” por la influencia de los amigos.

Estamos en la búsqueda de sustituir el dolor con algo placentero, y terminamos haciendo aquello que nos causa bienestar y placer de una manera COMPULSIVA, (repetitiva y necesaria) y es en este punto donde nace la ADICCION.

¿Y porque no estamos capacitados para tomar buenas decisiones, dar solución a nuestros problemas cotidianos y dar frente a nuestra vida responsablemente?

Porque carecemos de algunas de nuestras necesidades básicas como seres humanos, es decir, nuestras necesidades básicas personales y Espirituales porque las necesidades físicas de una manera u otra se cumplen. Instruir y educar a nuestros hijos nos corresponde a todo padre de familia, nuestro rol y obligación ante nuestros hijos es guiarlos y educarlos, enseñarles valores y enseñarles con el ejemplo, pero no lo hacemos porque tampoco sabemos cómo hacerlo, tampoco fuimos instruidos y enseñados esto porque tampoco a nuestros padres los enseñaron y asi va extendiéndose toda esta carencia de generación en  generación, y como no podemos dar lo que no tenemos, pues definitivamente estas son las carencias.

Dentro de nuestras necesidades básicas personales esta la SEGURIDAD, ACEPTACION, AMOR, PERTENENCIA, SIGNIFICANCIA, PROTECCION, BONDAD, HONESTIDAD ETC. Estos valores son los que nos prepara para tomar buenas decisiones y afrontar nuestra vida en nuestros 5 sentidos sin sentirnos abrumados y frustrados así que no necesitaríamos buscar sustituciones y alivio a nuestro dolor emocional. De esta manera estamos lejos de caer en una adicción.

Debemos buscar un equilibrio y darnos el tiempo necesario para cumplir nuestras funciones como padres, solo así podremos preparar a nuestros hijos para tener la seguridad que  necesitan cuando tomen alguna decisión importante en su vida y si la llegaran a toma de una manera incorrecta tengan también la fortaleza, discernimiento y seguridad para afrontar las consecuencias de una manera responsable y no buscar alivio temporal en alguna otra actividad con la posibilidad de convertirse en adicción.

Es por esto la importancia de leer la palabra de Dios, en las escrituras están todas las instrucciones por parte de Dios, es decir,  todo lo que necesitamos para vivir una vida productiva, feliz y con seguridad.

Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia,  a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17 NVI

domingo, 7 de julio de 2013

"Rencor" Un enojo profundo


 
El rencor es un enojo profundo y persistente; un resentimiento arraigado que desequilibra y enferma el cuerpo y la mente. Todo sentimiento negativo que no se aclara o no se habla, se vuelve contra nosotros mismos y nos afecta.

Las personas se manejan con sus propios valores que no siempre coinciden con los valores de los demás. Lo que a algunos les puede parecer una grave ofensa, otros pueden interpretarlo de otro modo y considerarlo algo sin importancia y natural.

Todos cometemos errores y no siempre con un propósito intencional, porque las circunstancias, la ignorancia o la inconciencia pueden llevarnos a tomar las decisiones incorrectas y perjudicar a otros. Muchos defraudan a sus amigos e incluso a sus padres, hermanos, cónyuges o hijos; y cada ofensa puede convertirse en un profundo dolor y en una herida que nunca cicatriza.

Hay hermanos que no se hablan por mucho años; amigos que se distancian para siempre; hijos que no ven a sus padres y padres que no ven a sus hijos durante muchos años. Estos son casos comunes; y luego están aquellos que ante una afrenta hacen justicia con su propia mano y son capaces de quitarle la vida a alguien cercano, muchas veces sólo por dinero.

Las malas relaciones personales nos transforman en seres aislados y amargados y además nos enferman. La comprensión es el conocimiento que nos permite sentir compasión y la compasión es el sentimiento que genera amor.

Perdonar es el gesto que nos reconcilia no sólo con el otro sino esencialmente con nosotros mismos. A veces se pierde la oportunidad de perdonar porque ya es tarde y esa persona ya no está en este mundo; y esta circunstancia puede generar culpa y depresión. El otro nunca será como esperamos que sea, de modo que es altamente probable que alguna vez nos defraude.

No es necesario frecuentar a quien por alguna razón nos lastima, pero tampoco se necesita no verlo nunca más en la vida; porque si persiste el odio o el rencor dentro de nosotros, ese sentimiento nos arruinará la vida. Lo que más puede molestar es la culpa que se siente cuando se cree haber sido el responsable de favorecer el conflicto; por haber tolerado demasiado tiempo un maltrato, o por haber sido débil para evitar que nos sigan lastimando. No se trata entonces sólo de perdonar al otro sino también de perdonarnos a nosotros mismos, aceptando que todos somos capaces de cometer errores y no haber sabido actuar en forma correcta.

No importa las veces que nos hayan defraudado, porque es indispensable confiar, tener fe en la vida, en nosotros mismos y también en los demás, para poder seguir viviendo. Todo cambia y lo que ayer nos pareció terrible hoy podemos considerarlo sin importancia; y es necesario saber que también nosotros somos capaces de defraudar y de herir a los demás, a veces sin saberlo.

Cuando alguien nos defrauda no significa que todas las personas vayan a actuar del mismo modo, porque la gente es diferente y todos poseen cualidades y defectos. Si algo nos molesta del otro es importante enfrentar la situación y decírselo, expresarle los sentimientos que genera en nosotros su conducta, sin necesidad de cortar la comunicación, no verlo más y guardarle rencor.

Muchos que están distanciados durante muchos años, no pueden recordar la razón, y a veces, si la recuerdan, se dan cuenta que ya no tiene la misma importancia. No obstante, a la gente le cuesta dar el primer paso para la reconciliación. La mayoría ignora que muchas enfermedades se relacionan con el rencor y el resentimiento, porque son heridas que no cierran que creamos en la mente y luego se hacen carne.

Perdonar es limpiar el alma y el cuerpo de impurezas; permite recuperar el sueño, eliminar las pesadillas, lograr la paz interior, elevar la autoestima, crecer y dar amor.

Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. Mateo 18:21-22